¿Qué es el TDAH?

Últimamente escuchamos con demasiada frecuencia que un niño tiene TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), pero realmente sabemos poco de lo que eso significa.
La mayoría de las personas que no están familiarizadas con niños con este tipo de trastorno, piensan que son niños que se mueven mucho, que no paran quietos y que tienen mucha energía.
En un número anterior hablamos de los niños inquietos, revoltosos o con falta de control emocional, pero esto es distinto.
Los profesores en los colegios se encuentran, al igual que los padres, desbordados por niños y adolescentes que tienen esta patología y la sociedad, las instituciones y el sistema educativo no está preparado para incorporarlos de forma adecuada al sistema de enseñanza como está establecido.
TDAH son las siglas de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Se trata de un trastorno de carácter neurobiológico originado en la infancia que implica un patrón de déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad, y que en muchas ocasiones está asociado con otros trastornos además del TDAH.
Creemos que es fundamental para el diagnóstico, evaluar que estos síntomas nucleares que hemos comentado (déficit de atención, hiperactividad e impulsividad) se presenten:
- 1. Desde una edad temprana: antes de los 12 años1.
- 2. Con una intensidad y frecuencia superior a la normal para la edad y la etapa de desarrollo del niño.
- 3. Que deterioren o interfieran de forma significativa en el rendimiento del niño en dos o más de los ámbitos de su vida: escolar o laboral, familiar y social.
- 4. No ser causados por otro problema médico, un tóxico, una droga u otro problema psiquiátrico.
El TDAH no es solamente una cuestión de que el niño se mueva mucho y no pare quieto. Como dice el Dr Russell A. Barkley: «El TDAH supone un cambio en el trabajo de las Funciones Ejecutivas del cerebro, que implican actividades como la Atención, el Procesamiento de la información e incluso la Memoria.«
Los niños con esta patología necesitan una forma distinta de aprendizaje, no es cuestión de dedicarle más horas estudiando de la misma forma, que ya sabemos que no les funciona, si no que tenemos que adaptar el aprendizaje a sus características particulares.
Sabemos que no es fácil y que faltan recursos, pues tenemos que plantear un sistema de enseñanza con tiempos más cortos de aprendizaje, ya que estos niños tienen un tiempo limitado para mantener la atención, con herramientas que le resulten atractivas y novedosas (aprender historia con películas, escenificación teatral de lo que se quiere aprender)…
Pero no solamente requiere recursos extras en la enseñanza, el TDAH se extrapola a la vida cotidiana, tiene importantes repercusiones en casi todas las áreas de la vida de una persona. En el caso del funcionamiento psicosocial los niños, adolescentes y adultos con esta patología, presentan un comportamiento más hostil y disruptivo, reaccionan enfadados y con altos niveles de frustración cuando se les provoca, son poco empáticos y suelen sentir poca culpabilidad respecto a las cosas que hacen.
Tenemos que saber que existe tratamiento psicológico que tiene como objetivo ayudar tanto al paciente como a la familia a manejar los síntomas del trastorno, así como el impacto que puedan tener en la vida diaria.
Hay dos terapias que han demostrado evidencia científica para el TDAH según la Guía de Práctica Clínica sobre el TDAH en niños y adolescentes, que son: la Terapia Conductual y la Cognitiva.
Pero no debemos verlo todo negativo, no se trata de idealizar el trastorno o a las personas que lo padecen, se trata más bien de abrir los ojos y descubrir las cosas buenas que pueden presentarse y potenciarlas.
El primer paso es descubrir los síntomas del TDAH: déficit de atención, hiperactividad e impulsividad, están controlados y se realiza un buen trabajo de dirección, estructura y supervisión, no tienen por qué impactar sólo negativamente en la vida de los pacientes. Además, como en muchos otros aspectos o condiciones de la vida, se puede convertir un síntoma en una oportunidad para diferenciarse y destacar.
Todos los niños tienen sus dificultades, y se trata de ayudarles a superar y controlar sus dificultades médicas y emocionales, para reducir el impacto en su vida. Esta tarea requiere comprensión, paciencia, perseverancia, dedicación y trabajo, pero merece la pena cuando se observan los resultados.
Cada niño tiene unas características personales y contextuales individuales y además el TDAH se puede presentar de forma muy heterogénea, por lo que cada caso es único, y no se puede generalizar y esperar un comportamiento y respuesta únicos.
Debemos personalizar y dirigir el tratamiento de forma totalmente individualizada. NO veamos la situación como un problema, trabajemos sus aspectos diferenciales y busquemos en ellos la oportunidad de ser DIFERENTES, ÚNICOS Y ORIGINALES.
Cristina Rivera Psicóloga en Talavera de la Reina